Te soñé

Ese extraño momento en el que comienzas a dialogar en tu cabeza un dialogo de dos, placentero hasta el punto de hacerte sonreír o llorar. Ese momento de recuerdos que se camuflan tras la fantasía:

CAPITULO I.

Lo conocí en un congreso de investigaciones en Psicología en una de esas ciudades donde no hace ni frío ni calor. Llegué al centro de convenciones un día antes del inicio del congreso para terminar de preparar  la presentación de la ponencia que daría el ultimo día del evento, luego me instalé en el hotel y me arreglé para la noche.

Los organizadores del congreso habían programado una fiesta de apertura en uno de los salones del centro, para romper el hielo e interactuar con los participantes y asistentes antes de dar comienzo a la academia. Yo pensé que estas fiestas de «romper el hielo» solían hacerlas al final de este tipo de eventos pero esta vez, me di por sorprendida.

Como era de esperarse, me sentía como mosca en leche, un poco mas trigueña en un salón colorido y con la mejor música bailable que puedas imaginar. Por supuesto, luego de saludar a unas cuantas personas conocidas salí huyendo a ocultarme en algún lugar remoto donde no pudiesen verme.

La ciudad mas bien era templada, pero esa noche estaba cálida. Me senté sobre el césped de un jardín precioso que estaba cerca de la piscina…está bien, no fue el lugar mas remoto que encontré, pero estaba ubicado justo detrás del salón donde se harían las presentaciones y estaba poco iluminado y solitario. Literalmente, solo estaba yo.

Saqué una botellita de las que encontré en el refri de mi habitación y observé la luna desde allí. Pronto, no estaba segura si el alcohol ya había comenzado hacerme efecto o que, pero vi que un hombre se acercaba con ese pasito que cuando uno lo ve caminar se pregunta ¿Pero que es esta sabrosura? La silueta de este hombre era perfecta, alto, fornido, llevaba un traje mal puesto, ya no tenia la chaqueta, la camisa estaba por fuera, y traía el corbatín colgado del cuello y si no podía ser mas extraño, este hombre llevaba puesto gafas oscuras! Este tipo no sabía por donde iba caminando, pero llego justo a mí.

– ¿Puedo? Preguntó mientras se acomodaba las gafas y se tiraba en el césped. No dije absolutamente nada y saqué otra botellita, de la cual le ofrecí un poco, sin pronunciar palabra…

– Tremenda noche- dijo.- Tuve que venir a ocultar mi vergüenza-, sonrío con aquella picardía.

– Supongo que te refieres a llegar a una fiesta nocturna y protocolaria con lentes de sol – le devolví la sonrisa. Nuevamente se acomodó las gafas y dijo: – No, la verdad es que no hay muchos Psicólogos aquí, las mujeres me pedían bailar ¿Puedes creerlo?- Pues claro que podía creerlo! semejante estampa de hombre. Sin embargo no dije nada al respecto y sólo le pregunte lo obvio…-¿Por qué las lentes? ¿Acaso hay algo que quieres ocultar?

– Por favor no comiences a psicoanalizarme- se río. -Es broma, te muestro si prometes no juzgar, no sorprenderte-. Dije que estaba bien, lo prometí y muy despacito se quitó las lentes. Yo estaba a la expectativa de ese gran secreto que esos ojos pudiesen guardar así que estaba mirando fijamente cuando él se las estaba quitando. Fue inevitable no sorprenderme, el hombre tenia un color violeta oscuro al rededor de uno de sus ojos perfectamente azules como el mar…sí!, como el mar. No podía articular palabra…por unos cuantos segundos observé fijamente su rostro, un rostro salvaje…tenia un rostro cuadrado, una barba bien cuidada, un cuerpo fuerte, cuidado, unos ojos…¡Dios mío! me repetía a Dios una y otra vez y tragaba saliva. – Está bien, di algo- dijo por fin dándole a fin a esos segundos de pensamientos. – ¡Ese fue un buen gancho! – exclamé, – ¿Qué hiciste para merecerlo? – pregunté .

Dejó las lentes a un lado y se recostó sobre el césped, estiró su brazo izquierdo por detrás de su cabeza y la apoyó sobre su mano, su otro brazo lo estiró a un lado de su cuerpo y por un instante mientras se ubicaba, rozó mi vestido, justo en un punto de mi pierna izquierda.

-Entonces quieres saber que hice- dijo volteándose hacia mí. – Antes de viajar hasta acá estuve en una fiesta con varios amigos, una señorita muy sensualmente se me acercó para bailar y no dudé ni un momento. No sabia yo que casi dos minutos después en medio de una bachata muy movida, un tipo se me vendría encima a darme por la madre!, esta señorita se le ocurrió rumbearme mientras su novio «Jhonny Bravo» iba al baño del bar. ¿Puedes creerlo? – Hizo un gesto de «yo no fui» y volvió a mirar el cielo.

-Eres un sin vergüenza al parecer irremediable – le reproché al mismo tiempo que me sonreí.  -¿Te has puesto algo en ese ojo morado? – le pregunté.

– Realmente no, terminé embriagado esa noche, llegué y morí en mi cama. Al día siguiente empaqué algo de ropa, recogí el traje y tomé el avión. Llegué en la tarde me instalé en el «Regal», me bañé, me puse el traje, compré las lentes y vine acá para descubrir que era casi el único hombre de esta fiesta.

Tras unos segundos después de su larga respuesta (esperaba un simple «no» que no me hiciera querer besarle esos ojitos) comprendí que estábamos hospedados en el mismo hotel…-Umm en el Regal, yo también- susurré. -¿Sí? ¡Sí! – preguntó y luego exclamó, vergonzosamente para mí pues no susurré tan bajito como pensé. Sentí que la sangre se me subió a las mejillas, me reacomodé y le respondí: – Sí hombre, ya te dije.

Luego de un interminable minuto de quedarnos viendo el cielo oscuro me dijo: -Supongo que estás aquí por el congreso, ¿haces parte del staff de organizadores o eres Psicóloga?-

-Pues creo que tengo cara de psicóloga ya que antes me pediste que no te psicoanalizara- Bromeé mientras coqueteaba descaradamente. Se hacia más fría la noche, algunas personas comenzaron a descubrir nuestro escondiste y yo nuevamente sentí ganas de huir. Quería, pero no podía permitir que me hechizara ese sujeto, así que tomé mis tacones y me puse de pie, sentía como el seguía mis movimientos con su mirada e hizo que volviera a ruborizarme. Le extendí la mano para sellar cordialmente el placer de haberle conocido y en ese momento el tomo mi antebrazo con fuerza y me dijo: – te acompaño-.

-¿Me acompañas? y ¿a donde crees tú que yo voy? – le pregunté con los nervios a flor de piel. -Pues tu vas al mismo lugar que yo voy- afirmó mientras rodeo mis caderas con sus brazos y se acercó más a mí. Podía sentir su aroma, una mezcla de Hugo Boss y algo del tequila que le había dado a probar, mi corazón comenzó a latir más rápido y vi venir el peligro…tuve que decidir rápidamente si ceder a esos brazos o desistir.

Me acerqué más y le dije: -Hay un ojo que necesita ayuda, ¿que tal una compresa de hielo y luego una pomada caliente?-, sonreí al filo de sus labios. Me había prometido nunca más parecer la mujer preocupada, afable y servicial que siempre está dispuesta a ayudar a su hombre, pero en ese momento me desconecté de toda mi vida pasada y de mis promesas.

Asintió con su cabeza, cerró los ojos y me dio un beso en la nuca. Ya no había suelo donde poder colocar mis pies, ahora era el cielo que quería alcanzar junto a él. Tomó mi mano y comenzamos a caminar. -Vamos por el hielo, me parece haber visto un bar en el hotel, supongo que nos podrán ayudar con eso-, dijo. Durante el camino me preguntó el por qué me había salido de la fiesta, le dije que no era muy buena para bailar y no quería que nadie me invitara. Hablamos sobre el clima de la ciudad y sobre el frío que estaba haciendo, él me dio su chaqueta  y antes de llegar al hotel compró la pomada.

Le conté que tendría una presentación el ultima día del congreso, y le hablé un poco sobre la temática pues mostró interés. Me auguró un gran éxito, y dijo que estaría muy pendiente durante esos 15 minutos, bromeó diciendo que me haría muchas preguntas y al final gritaría que la ponente estaba muy guapa. El trayecto hacia el hotel se hizo corto con la charla, llegamos al bar, él pidió una margarita, un mojito y una bolsa de hielo, pagó al barman y ordenó que se lo subieran a la habitación.

Yo sabía sus intenciones y también conocía las mías, no tenia problema con estar en la habitación con ese hombre, con las margaritas o el mojito. Pedimos el ascensor y fuimos hacia su piso en un silencio tenso y provocador a la vez. Cuando llegamos a su puerta se acercó y puso sus manos detrás de mi nuca, juntó su frente con la mía y susurró: -me encantas-. Sentí sus labios cálidos sobre los míos, su nariz fría como lo estaba la mía, nos besamos fuerte y pausadamente mientras me atrapaba con sus brazos. Cuando nos detuvimos le susurré: -tú también me encantas- y le di un beso suave y corto justo antes de que abriera la puerta y entraramos a la habitación. Un momento después, un camarero trajo las bebidas y el hielo y se fue rápidamente.

Me senté al borde de su cama perfectamente ordenada y comenzó por quitarme los tacones, acarició el empeine de mi pie derecho con dos de sus dedos y luego mis piernas con sus manos. Él era un hombre alto, se arrodilló en el suelo y comenzó a subir la falda de mi vestido, sus manos estaban un poco frías, me gustó sentir el contraste de ellas con la calidez de mi cuerpo. Se detuvo un instante en mis muslos para besarlos, sentía como mi cuerpo reaccionaba a esa caricia, experimenté esa sensación que aprieta por dentro como si él estuviera allí. Alcé los brazos y el terminó de quitarme el vestido, mientras nos besabamos nuevamente por fin quité el corbatín que colgaba de su cuello y comencé a desabotonar su camisa, al terminar el se la quitó de rapidez y volvió a estrechar su cuerpo con el mío. Palpé su pecho, sus brazos, musculoso, como lo habia imaginado desde que lo vi en el jardín..llevó mis manos hasta el cierre de su pantalón, quería que lo tocara, baje el cierre y al mismo tiempo mordisqueó mi oreja, ahi pude sentir su respiración. Lo toqué con más pasión, sobresalia entre su ropa interior..!

Se alejó unos segundos, dijo que me admiraría…agarró una cámara de su mesita de cama y me pidió una foto. Yo era minúscula ante él, me refiero a que era una chica de baja estatura, tenía un cuerpo sencillo pero bien cuidado, llevaba mi cabello corto y suelto, y unas medias veladas transparentes con encaje a media pierna que me había puesto por curiosidad, sin pensar que me encontraría allí con ese hombre atrevido y sin vergüenza. Le sonreí y posé para él mas bien con pena. Al terminar, me volvió a mirar con esos ojos y me fije en ellos con ternura, el hombre aún tenia hinchazón al rededor de su ojo, lo bese suavemente allí y fue inevitable no verle su «indetectable» gesto de dolor. Le prometí que pronto le colocaría la compresa y que al día siguiente estaría mejor.

-Lo que quiero ahora es descubrirte mujer, susurró. Beso mis labios suavemente y fue bajando por mi pecho, mientras acariciaba con su lengua mi piel. Llegó justo donde yo quería que llegará y me deleite con sus caricias en mis pezones, hasta que llegó el momento donde el cuerpo pedía por fin que entrará. Él lo supo porque mi respiración se agitó, mis manos comenzaron a desordenar su cabello y mis músculos se tensaron más.

Luego de unos placenteros minutos sintiendo su calor, su sudor, su respiración, supimos que estábamos cerca de alcanzar nuestro cielo, él comenzó a agitarse más, me avisaba con sus gemidos que estaba cerca, mis piernas comenzaron a temblar y mis gemidos le indicaron que era el momento. Con una perfecta sintonía, como si antes hubiésemos estado juntos, alcanzamos el clímax y tocamos con las manos el placer de un encuentro casual.

El me miró, me besó y se recostó a mi lado: -preciosa y salvaje, como lo presentía-dijo mientras suspiraba. Saqué el hielo del congelador, lo envolví en una toalla de baño y tal como le prometí se lo puse en el ojo morado unos minutos. No podía evitar exclamar uno que otro quejido por el ardor pero estaba tranquilo, cuando lo consideré le retire la compresa y le apliqué delicadamente la pomada. Dijo que estaría bien, y se quedó dormido junto a mí. No recuerdo cuando me quedé dormida también.

Syne Mn.

Sunbath

Esta vez mis cactus me han inspirado. Después de haber pasado de mi ventana a la maceta de los»ajíes» se han puesto muy monitos. Parece que el nuevo ambiente, la alimentación y el buen cuidado ha dado sus frutos! Están dando hijitos.

He salido al patio y he pillado un buen día de sol (lo que es raro en un apartamento con patio pequeño), aparté la ropa que estaba dispuesta en el tendedero para darle espacio a mis niños de que recibieran esos resplandecientes rayitos. Me emocioné de verlos, así como ellos seguramente se emocionaron de recibir su sunbath. Les hablé un rato con cariñitos y les tome una fotos que me han gustado mucho.

Los presento:

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Los que salvé de las fuertes brisas

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Los que me robé

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El nuevo (regalo de navidad)

Y como toda mamá, tengo mi preferido

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Ahora… a esperar que florezcan!

Syne Mn.

Tras bambalinas

Los cuatro estamos en un gran teatro, famoso porque tras bambalinas hay una gran sala donde proyectan cine clásico a la antigua. Mientras cruzamos los telares, ella y yo jugamos a envolvernos en ellas, mientras los hombres al mismo tiempo, simulan buscarnos.

Nos ubicamos en nuestros asientos y un rato después, las luces se apagan y la cinta comienza a correr. Mi novio y yo estamos sentados uno al lado del otro, ella y él en los asientos contiguos. Varias parejas adolescentes aprovechan las escenas de poca luz para besarse como si quisieran devorar al otro y yo los miro con gracia.

En unos de esos largos segundos de oscuridad, de repente siento que su mano agarra la mía y la acaricia con lo que parece timidez y ternura. Presa de la sorpresa, confundida y temerosa de que mi novio o ella lo notaran, aparto mi mano de la suya sin dejar de mirar hacia la pantalla.

Luego de una eternidad (lo que en realidad fueron varios minutos), la luz de la linterna de los guardas irrumpen para poner orden a las demostraciones de calentura de los adolescentes. Aún con el corazón a mil, las luces me hacen notar que ella no está en su puesto. Ella se ha ido! Debí de haber estado muy entretenida con la película para no notar su ausencia.

Le lanzo una mirada de desaprobación a él y luego me dirijo a mi novio, quien al parecer no se ha percatado del pequeño suceso. Me excuso y me pongo en pie para salir e ir en búsqueda de ella. Salgo de la sala con determinación y camino por los pasillos de la entrada buscándola. Entro a los baños, a la cafetería, a los locales de exhibiciones, al pequeño museo ubicado ene el patio y no la encuentro. ¡Aquel lugar es inmenso!

Después de hacerle varias llamadas, ella contesta y me dice que está sentada por el jardín del patio. Había pasado por allí, pero no me detuve a observar lo grande y frondoso que era. Cuando llego, la encuentro sentada dentro del jardín, casi camuflada, mirando sin mirar. Me inquieta verla, su rostro permanece con una expresión de tristeza o resignación. Me siento a su lado y lo primero que dice es que él ya no la ama. Continua diciendo que a ella no le gusta ir mucho al cine y menos a ver películas clásicas, ella realmente odia eso. Pero me explica que lo hace sólo por él, por seguirle los pasos. Lo ama con locura.

Cuenta que está un poco cansada de hacer lo mismo siempre: playa, piscina, cine, fiestas; y de casi nunca tener un momento para ellos dos (un momento real), pues casi siempre él nos convida a mi novio y a mí a esos planes. Confiesa que en las pocas ocasiones que pasan juntos compartiendo alguna comida, hablando de cosas, o incluso en la intimidad, siente que él no está realmente presente. Pero él no era así en los comienzos de su relación, al parecer ha cambiado en el ultimo año.

Nunca hubiese pensado que esos momentos que compartíamos los cuatro, fuesen en su mayoría, uno de los pocos que ellos dos compartían. Hemos sido amigos por años, y en los tres últimos, ellos se habían declarado como pareja y salíamos con frecuencia a divertirnos y pasar tiempo juntos.

Estoy allí con ella, escuchándola y viéndola tan triste, preguntándome si lo que me cuenta tiene que ver con lo que le ha impulsado a salir intempestivamente de la sala de cine; si es que ya no aguantaba más tener esos pensamientos en un momento que se supone es de recreación, y por eso decidió salir a tomar aire y aclarar la mente; o es que ella pudo haber visto lo que entre escena y escena de poca luz, él hizo.

Pensar eso último me dejó helada. Me parecía imposible que a pesar de mi discreción y control en ese momento, ella lo hubiese notado (mi novio no lo notó). No obstante, ella no me lo ha mencionado, ni siquiera insinuado. No observo cambios en su forma de hablarme, su voz es la de una mujer triste y reflexiva que le está confesando a otra sus penas. El hecho de que nuestra interacción no fuese incomoda, me da algo de alivio.

Sin embargo, siento pena por ella, por su corazón roto, pero aun más, siento temor al recordar sus primeras palabras: él ya no la ama.

Syne Mn.

Deshojando los años

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¿Me quiere o no me quiere?

Querido y detestable año, qué es lo que está sucediendo contigo que me tienes como deshojando margaritas: Me quiere (2013)…No me quiere (2014)…Me quiere (2015)…No me quiere (2016) 

No me malinterpretes, quiero seguir deshojando la bendita margarita, pero que todos los años me quieran de ahora en adelante. Ya basta de ser tan pesado y de tenerme en ascuas todos los días! Decídete pronto y no seas tan bipolar. 

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Goodbye 2016!!! Y…

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Syne Mn.

Una historia personal

Hoy es una de esas noches en las que el corazón palpita rápido y no deja dormir. El post de hoy llevó escribiéndolo un par de días, dándole forma y sentido, pero definitivamente las ideas en mi mente gritan mucho y poco se les entiende. Aún así el eje central de éste es contar una historia que llevaba un par de años sobre mi espalda y ya en ultimas me estaba quitando cosas importantes.

Pero antes de nada, hay que hablar sobre lo que pasó antes de decidir contar la historia:

.*.  «No eres culpable, eres responsable» .*.

Lo puesto en comillas fue lo más reparador que me han dicho en mucho tiempo. Muchas veces el orgullo no nos permite reconocer que no existe persona más responsable de nuestra felicidad, tristeza o dolor que nosotros mismos. Nos pasan cosas: amamos personas durante algún tiempo que quizá no están en el momento justo para correspondernos con el mismo amor o con mucha más entrega; no conseguimos un trabajo por mucho que lo busquemos porque quizá la empresa necesita alguien con conocimientos específicos o una experiencia determinada; nuestros objetivos se obstaculizan o suceden eventos inesperados que quizá no sean tan negativos como parecen y al final representan nuevas oportunidades. Como dije, nos pasan cosas. La vida es así: causa – efectos.

Hace varias semanas me interesé en un libro de Paulo Choelo que se titula el Zahir, eso fue por que vi en las redes un screenshot de una de las páginas del libro en el que se narra la conversación de dos amantes. Él le expresa a ella su preocupación porque no le ha reclamado ni preguntando nada sobre su llegada tarde a casa, ella le ha dado respuesta razonable mientras lo invita a recordarse a sí mismo que él es un hombre libre.

Esa palabra –libre– hizo que me cuestionara como casi siempre acerca de la libertad. ¿Que es en realidad ser libre? ¿Alguien puede responderme por favor?

En la adolescencia existe la tendencia a considerar la libertad como sinónimo de «hacer lo que se nos da la gana» y como no es eso lo que nuestros padres consideran que es, entonces decidimos que ellos están en contra nuestra y que no somos libres, sino que estamos presos. En la adultez es posible que consideremos la libertad como un comodín que debemos usar según la necesidad de cada momento, en aquellos de los que dependan muchos de los eventos futuros. Aparentemente dejamos de correr riesgos y nos cohibimos de usar la libertad tan libres como deberíamos.

Conforme pasan los años parece que el trabajo, las obligaciones económicas, la pareja, los hijos, las enfermedades que vienen con la vejez, nos quita la libertad de hacer ¡lo que realmente queremos hacer! Nos sentimos agobiados y muy cansados de los trotes de cada día y nos quedamos suspendidos en el tiempo, haciendo las mismas cosas sin tomar mayores riesgos. Creo que en ese momento debemos detenernos, dar un paso atrás y continuar por un nuevo camino.

En la vejez ya avanzada (80 o los 90), sin mucha suerte comienzas a depender más de los hijos o de cuidadores y terminas de perder tu libertad, la cual para los ancianos parece significar «andar por donde yo quiera» «tomar mis propias decisiones» «comer la comida que me gusta» «comprarme lo que yo quiera, no lo que quieran regalarme» «vestirme solo(a)» «dedicar mis horas haciendo algo que me haga sentir útil».

He pensado muchas veces que ser anciano es como volver a ser niño, sólo que de niño el dolor rápidamente se convierte en risas y saltos de un lado a otro, pero de ancianos el dolor incrementa con el tiempo y con la mente, porque eres más consciente de la muerte y llevas sobre tu espalda el peso de una historia, historias diversas: unas más tristes, unas más sorprendentes, unas más tranquilas, otras más caóticas. Cometemos el error de ir contando los años de vida y pensar dos cosas: cuántos años han pasado y cuántos años me quedan.

Identity Freedom Concept

.*. ¿Que tal si mejor nos dijéramos «tengo veintitantos y lo que voy a hacer este año es celebrar la vida»?  .*.

Siento que me desvío del tema pero caigo en cuenta de que, en parte, de eso se trata la libertad: pensar en muchas ideas y ser capaz de valorarlas, no importa si te vas por una o no.

No contemos más, por lo menos no en números. La casualidad que me llevó a la causalidad de pensar en la libertad me transmitió un mensaje sencillo: vamos a contar nuestra historia personal para descargar el peso del pasado y continuar caminando livianos, construyendo una nueva historia. Así como escribir nos induce a revisar antes de publicar, contar nos induce a detectar esos momentos (que se vuelven inconscientes) en los que nuestra historia se fracturó y nos convirtió en seres cargando una lastra a veces interminable de decisiones con malos resultados.

.*. «Vamos a contar, no los años en números sino los años de historia» .*.

Hablar es terapéutico como escribir, pintar, cantar, hacer deporte o tocar un instrumento podría serlo. La propuesta es contar una historia, yo te cuento la mía:

»Dos personas se conocen y se miran uno al otro intercambiando miradas y sonrisas. Él se ve amable, servicial, carismático, mayor y a ella le gusta su risa y sus ojos. Cuando hablan por primera vez se dan cuenta que deben seguir hablándose hasta que él la besa mientras comparten una comida juntos. Fue un beso que permaneció latente durante un año quizá menos, con un par de salidas escapadas que ocultaban una atracción que la mente de ella presentía peligrosa, pero que el cuerpo deseaba. Ellos dejaron de hablar pero se escribían hasta que se reencontraron luego de un tiempo. Él demostró deseos de besarla y de no estar dispuesto a recibir solo una sonrisa, ella accedió a corresponderle los besos y allí comenzó todo. Normalmente con todo se refiere a muchos eventos que considera desagradables y dolorosos, de los que piensa como víctima y no como responsable.

»Estos eventos – acabo de tener un déjà vu– están relacionados con otras mujeres misteriosas de la vida de él que se volvieron fantasmas al rededor y obsesiones para ella; con palabras en momentos inoportunos que se convirtieron en flechas encendidas con fuego y atravesaron el autoestima de ella; con actos impulsivos llenos de venganza y con sabor a «yo hago lo que se me da la gana» que ella emprendió contra él, sin saber que el daño se lo hacia a ella misma; con besos que él confesó haber estado a punto de darle a otras pero que no hizo por respeto a la relación; con un adiós escuálido y falto de emoción para él y doloroso para mí;  eventos relacionados con la libertad de dos seres que la concebían de modo opuesto y conflictivo. Ella quería poseerlo y luego curarlo, él quería ser de él mismo.

»La autoestima de ella cayó al pozo de agua sucia más profundo y lo culpó a él al mismo tiempo que se culpaba así misma. Él jamas se doblegó porque es más fuerte y débil a la vez ella lo llamó cobarde porque a veces las personas se comportan de esa manera, sin duda. Pero los eventos sucedidos en esta relación de dos, efectivamente tienen responsables más no culpables: él y ella.

»A veces lo que queda latente no es peligroso en el momento, pero cuando interacciona con otros sucesos explota en la cara así como explotó un romance de dos seres que simplemente se encontraron con un otro incompatible, distinto, particular. Hay palabras que aún rondan por la mente de la mujer, palabras que se quedaron suspendidas en el aire y aún lucha con ellas porque se multiplicaron para causar daño en todas las esferas de su vida, a corto y largo plazo.

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.*. «No más viajes al pasado que reviven el dolor, porque allí ya no debería existir» .*.

Hoy he decido escribir esta historia y no sólo escribirla sino compartirla pues en eso consiste el método, pretende liberarme de una pequeña porción de mi historia personal para viajar más liviana en adelante. Espero que si alguno lee esto por ahí así sin querer queriendo, decida contar su pesada historia. Te vas dando cuenta que pesas menos y de paso te sorprendes de que existen personas con historias similares.

La única fuente inagotable de sentires es y debe ser siempre la felicidad, no la tristeza. Hace un par de semanas entendí el punto de ser libre y entiendo que esto es un proceso de lucha interior y si eres de las personas que les gusta discutir hasta con una sombra el proceso entonces es más lento y hasta requiera apoyo vital adicional.

Vital de vida (puede ser otro humano, un avistamiento de aves, la vista de un atardecer o un amanecer, el reencuentro con tu propio cuerpo). En general este apoyo vital que te ayudaría a esclarecer el tema de tu libertad puede ser cualquier espectro de la naturaleza que nos ponga en contacto con dos sensaciones importantes en el proceso: la inocencia, esa capacidad de sorprenderte de lo que para otros es común y para ti es desconocido; y la autoestima, la cual se refiere al amor propio, a la aceptación y valoración positiva de nuestras fortalezas y debilidades susceptibles de mejoría.

«La autoestima que define nuestras respuestas durante toda la vida, define quienes somos y como nos ven los demás, y la inocencia que nos permite mantener contacto con nuestro niño interior, el niño que es libre desde que nace y aunque no sabe qué implicaciones tiene, la usa sin límites».

Sin más,

Syne Mn.