Te soñé

Ese extraño momento en el que comienzas a dialogar en tu cabeza un dialogo de dos, placentero hasta el punto de hacerte sonreír o llorar. Ese momento de recuerdos que se camuflan tras la fantasía:

CAPITULO I.

Lo conocí en un congreso de investigaciones en Psicología en una de esas ciudades donde no hace ni frío ni calor. Llegué al centro de convenciones un día antes del inicio del congreso para terminar de preparar  la presentación de la ponencia que daría el ultimo día del evento, luego me instalé en el hotel y me arreglé para la noche.

Los organizadores del congreso habían programado una fiesta de apertura en uno de los salones del centro, para romper el hielo e interactuar con los participantes y asistentes antes de dar comienzo a la academia. Yo pensé que estas fiestas de «romper el hielo» solían hacerlas al final de este tipo de eventos pero esta vez, me di por sorprendida.

Como era de esperarse, me sentía como mosca en leche, un poco mas trigueña en un salón colorido y con la mejor música bailable que puedas imaginar. Por supuesto, luego de saludar a unas cuantas personas conocidas salí huyendo a ocultarme en algún lugar remoto donde no pudiesen verme.

La ciudad mas bien era templada, pero esa noche estaba cálida. Me senté sobre el césped de un jardín precioso que estaba cerca de la piscina…está bien, no fue el lugar mas remoto que encontré, pero estaba ubicado justo detrás del salón donde se harían las presentaciones y estaba poco iluminado y solitario. Literalmente, solo estaba yo.

Saqué una botellita de las que encontré en el refri de mi habitación y observé la luna desde allí. Pronto, no estaba segura si el alcohol ya había comenzado hacerme efecto o que, pero vi que un hombre se acercaba con ese pasito que cuando uno lo ve caminar se pregunta ¿Pero que es esta sabrosura? La silueta de este hombre era perfecta, alto, fornido, llevaba un traje mal puesto, ya no tenia la chaqueta, la camisa estaba por fuera, y traía el corbatín colgado del cuello y si no podía ser mas extraño, este hombre llevaba puesto gafas oscuras! Este tipo no sabía por donde iba caminando, pero llego justo a mí.

– ¿Puedo? Preguntó mientras se acomodaba las gafas y se tiraba en el césped. No dije absolutamente nada y saqué otra botellita, de la cual le ofrecí un poco, sin pronunciar palabra…

– Tremenda noche- dijo.- Tuve que venir a ocultar mi vergüenza-, sonrío con aquella picardía.

– Supongo que te refieres a llegar a una fiesta nocturna y protocolaria con lentes de sol – le devolví la sonrisa. Nuevamente se acomodó las gafas y dijo: – No, la verdad es que no hay muchos Psicólogos aquí, las mujeres me pedían bailar ¿Puedes creerlo?- Pues claro que podía creerlo! semejante estampa de hombre. Sin embargo no dije nada al respecto y sólo le pregunte lo obvio…-¿Por qué las lentes? ¿Acaso hay algo que quieres ocultar?

– Por favor no comiences a psicoanalizarme- se río. -Es broma, te muestro si prometes no juzgar, no sorprenderte-. Dije que estaba bien, lo prometí y muy despacito se quitó las lentes. Yo estaba a la expectativa de ese gran secreto que esos ojos pudiesen guardar así que estaba mirando fijamente cuando él se las estaba quitando. Fue inevitable no sorprenderme, el hombre tenia un color violeta oscuro al rededor de uno de sus ojos perfectamente azules como el mar…sí!, como el mar. No podía articular palabra…por unos cuantos segundos observé fijamente su rostro, un rostro salvaje…tenia un rostro cuadrado, una barba bien cuidada, un cuerpo fuerte, cuidado, unos ojos…¡Dios mío! me repetía a Dios una y otra vez y tragaba saliva. – Está bien, di algo- dijo por fin dándole a fin a esos segundos de pensamientos. – ¡Ese fue un buen gancho! – exclamé, – ¿Qué hiciste para merecerlo? – pregunté .

Dejó las lentes a un lado y se recostó sobre el césped, estiró su brazo izquierdo por detrás de su cabeza y la apoyó sobre su mano, su otro brazo lo estiró a un lado de su cuerpo y por un instante mientras se ubicaba, rozó mi vestido, justo en un punto de mi pierna izquierda.

-Entonces quieres saber que hice- dijo volteándose hacia mí. – Antes de viajar hasta acá estuve en una fiesta con varios amigos, una señorita muy sensualmente se me acercó para bailar y no dudé ni un momento. No sabia yo que casi dos minutos después en medio de una bachata muy movida, un tipo se me vendría encima a darme por la madre!, esta señorita se le ocurrió rumbearme mientras su novio «Jhonny Bravo» iba al baño del bar. ¿Puedes creerlo? – Hizo un gesto de «yo no fui» y volvió a mirar el cielo.

-Eres un sin vergüenza al parecer irremediable – le reproché al mismo tiempo que me sonreí.  -¿Te has puesto algo en ese ojo morado? – le pregunté.

– Realmente no, terminé embriagado esa noche, llegué y morí en mi cama. Al día siguiente empaqué algo de ropa, recogí el traje y tomé el avión. Llegué en la tarde me instalé en el «Regal», me bañé, me puse el traje, compré las lentes y vine acá para descubrir que era casi el único hombre de esta fiesta.

Tras unos segundos después de su larga respuesta (esperaba un simple «no» que no me hiciera querer besarle esos ojitos) comprendí que estábamos hospedados en el mismo hotel…-Umm en el Regal, yo también- susurré. -¿Sí? ¡Sí! – preguntó y luego exclamó, vergonzosamente para mí pues no susurré tan bajito como pensé. Sentí que la sangre se me subió a las mejillas, me reacomodé y le respondí: – Sí hombre, ya te dije.

Luego de un interminable minuto de quedarnos viendo el cielo oscuro me dijo: -Supongo que estás aquí por el congreso, ¿haces parte del staff de organizadores o eres Psicóloga?-

-Pues creo que tengo cara de psicóloga ya que antes me pediste que no te psicoanalizara- Bromeé mientras coqueteaba descaradamente. Se hacia más fría la noche, algunas personas comenzaron a descubrir nuestro escondiste y yo nuevamente sentí ganas de huir. Quería, pero no podía permitir que me hechizara ese sujeto, así que tomé mis tacones y me puse de pie, sentía como el seguía mis movimientos con su mirada e hizo que volviera a ruborizarme. Le extendí la mano para sellar cordialmente el placer de haberle conocido y en ese momento el tomo mi antebrazo con fuerza y me dijo: – te acompaño-.

-¿Me acompañas? y ¿a donde crees tú que yo voy? – le pregunté con los nervios a flor de piel. -Pues tu vas al mismo lugar que yo voy- afirmó mientras rodeo mis caderas con sus brazos y se acercó más a mí. Podía sentir su aroma, una mezcla de Hugo Boss y algo del tequila que le había dado a probar, mi corazón comenzó a latir más rápido y vi venir el peligro…tuve que decidir rápidamente si ceder a esos brazos o desistir.

Me acerqué más y le dije: -Hay un ojo que necesita ayuda, ¿que tal una compresa de hielo y luego una pomada caliente?-, sonreí al filo de sus labios. Me había prometido nunca más parecer la mujer preocupada, afable y servicial que siempre está dispuesta a ayudar a su hombre, pero en ese momento me desconecté de toda mi vida pasada y de mis promesas.

Asintió con su cabeza, cerró los ojos y me dio un beso en la nuca. Ya no había suelo donde poder colocar mis pies, ahora era el cielo que quería alcanzar junto a él. Tomó mi mano y comenzamos a caminar. -Vamos por el hielo, me parece haber visto un bar en el hotel, supongo que nos podrán ayudar con eso-, dijo. Durante el camino me preguntó el por qué me había salido de la fiesta, le dije que no era muy buena para bailar y no quería que nadie me invitara. Hablamos sobre el clima de la ciudad y sobre el frío que estaba haciendo, él me dio su chaqueta  y antes de llegar al hotel compró la pomada.

Le conté que tendría una presentación el ultima día del congreso, y le hablé un poco sobre la temática pues mostró interés. Me auguró un gran éxito, y dijo que estaría muy pendiente durante esos 15 minutos, bromeó diciendo que me haría muchas preguntas y al final gritaría que la ponente estaba muy guapa. El trayecto hacia el hotel se hizo corto con la charla, llegamos al bar, él pidió una margarita, un mojito y una bolsa de hielo, pagó al barman y ordenó que se lo subieran a la habitación.

Yo sabía sus intenciones y también conocía las mías, no tenia problema con estar en la habitación con ese hombre, con las margaritas o el mojito. Pedimos el ascensor y fuimos hacia su piso en un silencio tenso y provocador a la vez. Cuando llegamos a su puerta se acercó y puso sus manos detrás de mi nuca, juntó su frente con la mía y susurró: -me encantas-. Sentí sus labios cálidos sobre los míos, su nariz fría como lo estaba la mía, nos besamos fuerte y pausadamente mientras me atrapaba con sus brazos. Cuando nos detuvimos le susurré: -tú también me encantas- y le di un beso suave y corto justo antes de que abriera la puerta y entraramos a la habitación. Un momento después, un camarero trajo las bebidas y el hielo y se fue rápidamente.

Me senté al borde de su cama perfectamente ordenada y comenzó por quitarme los tacones, acarició el empeine de mi pie derecho con dos de sus dedos y luego mis piernas con sus manos. Él era un hombre alto, se arrodilló en el suelo y comenzó a subir la falda de mi vestido, sus manos estaban un poco frías, me gustó sentir el contraste de ellas con la calidez de mi cuerpo. Se detuvo un instante en mis muslos para besarlos, sentía como mi cuerpo reaccionaba a esa caricia, experimenté esa sensación que aprieta por dentro como si él estuviera allí. Alcé los brazos y el terminó de quitarme el vestido, mientras nos besabamos nuevamente por fin quité el corbatín que colgaba de su cuello y comencé a desabotonar su camisa, al terminar el se la quitó de rapidez y volvió a estrechar su cuerpo con el mío. Palpé su pecho, sus brazos, musculoso, como lo habia imaginado desde que lo vi en el jardín..llevó mis manos hasta el cierre de su pantalón, quería que lo tocara, baje el cierre y al mismo tiempo mordisqueó mi oreja, ahi pude sentir su respiración. Lo toqué con más pasión, sobresalia entre su ropa interior..!

Se alejó unos segundos, dijo que me admiraría…agarró una cámara de su mesita de cama y me pidió una foto. Yo era minúscula ante él, me refiero a que era una chica de baja estatura, tenía un cuerpo sencillo pero bien cuidado, llevaba mi cabello corto y suelto, y unas medias veladas transparentes con encaje a media pierna que me había puesto por curiosidad, sin pensar que me encontraría allí con ese hombre atrevido y sin vergüenza. Le sonreí y posé para él mas bien con pena. Al terminar, me volvió a mirar con esos ojos y me fije en ellos con ternura, el hombre aún tenia hinchazón al rededor de su ojo, lo bese suavemente allí y fue inevitable no verle su «indetectable» gesto de dolor. Le prometí que pronto le colocaría la compresa y que al día siguiente estaría mejor.

-Lo que quiero ahora es descubrirte mujer, susurró. Beso mis labios suavemente y fue bajando por mi pecho, mientras acariciaba con su lengua mi piel. Llegó justo donde yo quería que llegará y me deleite con sus caricias en mis pezones, hasta que llegó el momento donde el cuerpo pedía por fin que entrará. Él lo supo porque mi respiración se agitó, mis manos comenzaron a desordenar su cabello y mis músculos se tensaron más.

Luego de unos placenteros minutos sintiendo su calor, su sudor, su respiración, supimos que estábamos cerca de alcanzar nuestro cielo, él comenzó a agitarse más, me avisaba con sus gemidos que estaba cerca, mis piernas comenzaron a temblar y mis gemidos le indicaron que era el momento. Con una perfecta sintonía, como si antes hubiésemos estado juntos, alcanzamos el clímax y tocamos con las manos el placer de un encuentro casual.

El me miró, me besó y se recostó a mi lado: -preciosa y salvaje, como lo presentía-dijo mientras suspiraba. Saqué el hielo del congelador, lo envolví en una toalla de baño y tal como le prometí se lo puse en el ojo morado unos minutos. No podía evitar exclamar uno que otro quejido por el ardor pero estaba tranquilo, cuando lo consideré le retire la compresa y le apliqué delicadamente la pomada. Dijo que estaría bien, y se quedó dormido junto a mí. No recuerdo cuando me quedé dormida también.

Syne Mn.

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